El intelectual cubano Dagoberto Valdés Hernández, director del Centro de Estudios Convivencia, acaba de publicar en la revista Derecho en Sociedad (Costa Rica, 2025) un artículo clave para comprender las secuelas más profundas de más de seis décadas de régimen totalitario en la isla. Bajo el título “El daño antropológico provocado por el totalitarismo en Cuba. Causas, consecuencias y procesos de sanación”, Valdés examina los efectos de un sistema político que, al buscar crear al “hombre nuevo” socialista, terminó generando lo que define como el Homo saucius, es decir, el hombre herido.
el totalitarismo cubano ha lesionado la esencia de la persona en seis dimensiones
El estudio, resultado de siete años de investigación doctoral, combina entrevistas en Cuba y la diáspora con un análisis desde cuatro campos: la antropología sociocultural, la antropología de inspiración cristiana, la psicología social y la filosofía política. Su tesis central es que el totalitarismo cubano ha lesionado la esencia de la persona en seis dimensiones: cognitiva, afectiva, volitiva, ética, social y espiritual.
Entre las causas del daño antropológico, el autor identifica la vida en la mentira, el adoctrinamiento educativo, la represión sistemática, la imposición del partido único y la manipulación del lenguaje y la historia. Estas prácticas, afirma, han erosionado la libertad interior, han desarticulado la sociedad civil y han sembrado el miedo como mecanismo de control.
Las consecuencias son múltiples: pérdida de la autoestima, incoherencia moral, simulación social, miedo paralizante, desmovilización ciudadana, indefensión jurídica y la migración masiva como vía de escape. En palabras de Valdés, el proyecto de un “hombre nuevo” produjo, en realidad, generaciones enteras marcadas por la alienación y la resignación.
generaciones enteras marcadas por la alienación y la resignación.
El artículo no se limita al diagnóstico. Valdés propone procesos de sanación antropológica que permitan pasar del Homo saucius al Homo vivens, el hombre que vive en libertad, verdad y dignidad. Entre sus propuestas destacan la reconstrucción del sistema educativo sobre bases pluralistas y humanistas, la formación ética y cívica, y el fortalecimiento de la sociedad civil como pilar de una democracia de calidad.
Inspirado en pensadores como Hannah Arendt, Viktor Frankl y en la tradición humanista de José Martí, el investigador cubano concluye que la superación del daño antropológico no es tarea de una élite, sino un proceso colectivo que debe protagonizar cada ciudadano. Se trata, dice, de rescatar la dignidad perdida y sentar las bases de un nuevo proyecto de país, capaz de ofrecer un horizonte democrático y humano para Cuba.
El mensaje de este investigador es claro: sin ciudadanos libres interiormente, no puede haber democracia de calidad en Cuba.
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